martes, 10 de noviembre de 2015

Cristales rotos.


Como un imán que atrae sin saber bien porqué, una poderosa fuerza me detuvo delante de esa misteriosa puerta. Por un instante pude sentir el vacío que llena un alma abandonada. El silencio, la oscuridad, rota por la luz que se filtraba a través de otra ventana, y la calma de la derrota inundándolo todo. Imaginar que allí dentro corrió la vida y que ahora tan sólo unas esqueléticas arañas tejen redes para pescar su sustento. Sentí que un cristal se me partía por dentro. El ladrido de un perro callejero despertó mi hechizo y me devolvió al camino.