Soy un enamorado de la mar, en femenino, y aunque de niño me bañaba en el Mediterráneo fue en La Coruña dónde aprendí a escuchar el rumor de las olas y el lamento repetitivo de las gaviotas; a interpretar los claroscuros de la brisa y la bruma, tejiendo un velo gris; a sentir dentro de mí la tristeza, el desasosiego, la soledad y el amor de aquella inolvidable sirena encantada que me salvó del naufragio.