En la calle que sube a la iglesia
hay una casa con la fachada pintada de azul. Cada vez que paso por delante de
ella siento que dentro habitan espíritus nobles y bohemios. De hecho, en alguna
ocasión, he creído escuchar sus conversaciones envueltas en el sonido de una
música serena. Sé que todo eso es imposible pero posiblemente no esté en lo
cierto.