jueves, 4 de noviembre de 2010

Hay un mar negro.


Existe un mar negro y tenebroso,
Que baña las costas de mi ánimo,
Donde el Sol se oculta tras las nubes
De mi sombrío horizonte
Induciéndome al naufragio.

Es un mar profundo e inhóspito
De lecho volcánico y aguas grises.
Tan sólo los peces negros,
En su tránsito de Alaska a Siberia,
Soportan la temperatura helada.

Las gaviotas de la alegría volaron
A océanos más cálidos y fructíferos
Y los barcos que pescan la vida
Buscan caladeros luminosos
Y aguas más claras y transparentes.

Tan sólo las sirenas, condescendientes,
Vienen a rescatarme, en la mar ceniza
De cielo de tinieblas claroscuro,
Del letargo de mis deseos frustrados
Y de la melancolía que me acompaña.

Yo navego encantado y en paz
En este mar triste y desolado,
Pero sus cantos me hipnotizan
Y me sumerjo con ellas en sueños profundos
De mares azules y sentimientos anhelados.

Epílogo:
Surcamos océanos y mares
Amparando a los náufragos
En su última singladura,
Nuestra melodía les envuelve
En el rumbo a otra vida.
Las ninfas marinas.