No quería la mar ahogar tu pena
ni aliviar mi condena, tú cargabas tristezas y yo una caja de cervezas, cada
uno por su lado, y un vacío a cada lado, fuimos, sin buscarnos, a encontrarnos
en el muelle, un barco partía rumbo a cualquier parte, una gaviota que volvía
nos miró sin alarmarse y entre tu llanto y mi alegría surgió el amor en un
instante, aquel día.