Ocurre lentamente, casi sin darte
cuenta, entretenido como estás en eso que se llama vivir. Y así un día, y no
cualquier día, sino un día como hoy, miércoles, te das cuenta de que tu pelo,
suponiendo que te quede algo de pelo, ahora es gris, ceniciento, y que menos
tiempo te queda ya para volver a ser polvo, y no es cuento.