Una vez puestos en fila nos dejamos llevar y vamos donde va el primero, aquel que conduce a la manada. Así funciona la sociedad con sus líderes y sus rebaños, siguiendo el camino marcado, pastoreados a base de silbidos, pedradas y el acoso de perros adiestrados.
Pero podemos abandonar la fila, tomar cualquier otra dirección, guiar nuestros propios pasos y sentirnos libres por momentos. ¿Llegaremos lejos? ¿Nos perderemos? Quién sabe, pero habrá que intentarlo.