Orillamar, asomándonos a nuestro paisaje interior,
contemplamos la vida que pasa por delante de nuestros ojos sin apenas darnos
cuenta, día a día, minuto a minuto. Una vida amable o triste, según el momento,
llena de sombras y luces, en claroscuro. Nos detenemos un instante, pues
tenemos prisa de continuar viviendo, y con las manos en los bolsillos, quietos,
respiramos la brisa del tiempo que nos lleva, inconscientemente, a ninguna
parte.