lunes, 17 de septiembre de 2012

Es tarde, muy tarde.


Es tarde, muy tarde, madrugada
en medio de un gran silencio.

No tengo sueño,
no opondré resistencia,
aceptación.

Tan sólo el tic tac del reloj
y los latidos de mi corazón,
rompen el mágico silencio de la noche.

Las horas pasan,
a veces despacio,
otras no tanto.

Voy en tu búsqueda,
me sumerjo en tu mar de poemas.

Mis ojos no pueden parar de leer,
mi corazón y mi alma vibran,
me siento bien, estoy a gusto.

Es tarde, muy tarde,
cierro los ojos y decido descansar.

Algo me dice que tengo que bajar
al sótano de mi vida
y poner orden a mis cosas:
miedos, dudas, temores,
compromisos, esperanzas e inquietudes.

Lo intentaré, me pongo en marcha,
estoy en el camino.

Es tarde, muy tarde.


Miedo.


Ya sabes, porque te lo he contado el alguna otra ocasión, que tan solo me mueve a escribir aquello que siento y, efectivamente, cuando siento las palabras brotan, fluyen de mi interior una detrás de otra, no puedo detenerlas, se apropian de mis manos y teclean el ordenador hasta quedarse tranquilas una vez expresado lo que quieren contar.

Dejo que el tiempo hable por mí aunque, como dice mi amigo filósofo: "Hay más tiempo que vida".

Intento no preocuparme, dejarme llevar por los acontecimientos. Prefiero sentir, disfrutar de la vida, ver cómo evoluciona, sin pretender influir en ella, comprendiéndola, sin forzar ninguna situación y sin dar ningún paso innecesario, aunque, a veces, sigo teniendo miedo.