lunes, 31 de enero de 2011

El vuelo soñado de mi alma.


“Que tu alma siga volando lejos y regrese siempre”
Anoche soñé que me encontraba en los pasillos de la terminal de un aeropuerto indeterminado; de pronto he sentido el sonido agudo de los motores de un reactor a todo gas; girando mi cabeza a la derecha observo el despegue de un avión que se alza veloz sobre la pista; al fondo y próximo al final de ésta se yergue, imponente, un monte de bosque mediterráneo dificultando la maniobra, el reactor vira rápidamente a la izquierda y toma altura salvando el primer obstáculo.
Al instante, anunciado por la versión sonora del efecto Doppler, regresa y en otro movimiento arriesgado, sobrevuela de nuevo las pistas y efectúa un giro brusco, imposible, casi mágico, cambiando de rumbo; lo increíble de la maniobra y el miedo a sus consecuencias altera mi sueño y me trae, de nuevo, al estado de vigilia.
Aplicando la manida “Teoría de la Interpretación de los Sueños” de Freud para intentar descifrar el significado de este “vuelo soñado”, concluiría que: El avión representa mi alma que, acompañada por mis deseos irrealizables, aprovechando la oscuridad de la noche, mi estado onírico y empleando maniobras escapatorias arriesgadas huye, abandona rápidamente el cuerpo que la oprime y la retiene; yo la observo indeciso, perplejo y conmovido sintiéndola partir en el vacío que deja dentro mi inanimado ser.
Ha sido un primer vuelo, una toma de contacto con el espacio que le rodea, probando motores, midiendo las distancias, los tiempos y las condiciones climáticas alrededor de la torre de control que no pudo ni supo abortar a tiempo este primer vuelo experimental de mi alma, dispuesta a explorar otros mundos y vivir nuevas sensaciones en la atmósfera de mi cielo gris que se torna azul limpio en noches de sueño profundo.