Regreso, vuelvo al escenario donde nacieron mis últimas emociones y no la encuentro. Debió marchar hace tiempo o difuminarse su recuerdo. El caso es que ya no la siento.
Las olas traen a la orilla restos de escritos naufragados que gaviotas, mudas de nostalgia, intentan descifrar.
Nubes grises, atrapadas en la gran roca, giran, inconscientes y aturdidas, buscando una salida digna.
Una brisa fresca, de primavera otoñal, despierta mi sueño y me arroja a una realidad todavía más infame:
Sí, está aquí, a mi lado, indiferente, tan distante.