Te detienes y das un respiro al cuerpo para que pueda seguir a tu espíritu incansable. Aprovechas para fotografiar la belleza que, como si de un espejismo se tratara, hueles, sientes e intuyes delante de ti. Terminada la ruta y pasado un tiempo, podrás recordar y revivir esos mágicos momentos y demostrarte que no se trató de un sueño, despierto, en una noche de insomnio.