martes, 17 de mayo de 2011

Materia oscura.


Venimos de la oscuridad y nacemos a la luz desde el primer instante que subimos al escenario de la vida para interpretar ese papel que el destino nos ha preparado en este tragicómico mundo, y regresar, quizás para siempre, a la oscuridad total cuando termine la función.
Conocíamos la existencia de la materia gris, esa que ocupa el interior de nuestras cabezas permitiéndonos elaborar pensamientos, sentir y controlar las funciones básicas de nuestro cuerpo. Pero existe otra materia todavía más gris, tirando al negro: la materia oscura, que forma parte del universo y es tan oscura como desconocido su papel interestelar. Materia invisible, pues no refleja ni emite radiaciones, pero que representa alrededor del 20% de la masa total del universo.
Si ponemos a trabajar tu delicada y luminosa materia gris, contenida en la parte superior de tu cuerpo que limita con el cielo, y mi materia oscura que se despliega por el suelo, formaremos un equipo de color gris oscuro, casi negro, con intención de conseguir resultados sorprendentes en este mundo inconcluso.
Porque la inteligencia creativa de tu cerebro gris, con estructura atómica, y los neutrinos que alberga mi oscura materia se complementan: tu aportas luz y yo la absorbo devolviendo al espacio pensamientos nunca antes expuestos.
Tu luz nos permitirá admirar la belleza que rodea nuestra estrella y la miseria que puebla las zonas menos favorecidas del planeta Tierra.
En múltiples y variadas ocasiones intentaremos sacar a la luz ciertos asuntos, propios o ajenos, para poner de manifiesto situaciones oscuras con insana intención de darlas a conocer y ensombrecer otros tópicos y manidos pensamientos.
Hemos formado el equipo gris oscuro: con tu esclarecedora luz y mi cegadora oscuridad invisible.
Comenzamos a navegar por nuestro espacio analizando el universo en expansión que nos aloja, estamos atentos a su evolución y a la nuestra; desplegamos antenas y telescopios, la observación está en marcha, esperamos resultados.