Consideran los científicos que la estrella Sol lleva alumbrando nuestro mundo cinco mil millones de años y que le queda combustible para otro tanto, año arriba, año abajo.
No voy a decirte que aprovechemos el tiempo, que se agota. Hay más tiempo que vida, como diría el amigo Manuel, y supongo que para entonces el ser humano, tal cómo lo conocemos, habrá desaparecido o evolucionado a otra cosa, mariposa.
Desde luego tú y yo, bueno yo espero ser inmortal, ya no podremos continuar escribiendo y leyendo; vivamos pues, ahora.
El Sol, a parte de darnos la vida, y qué vida, y mantenerla, nos da algo más importante todavía: nuestra sombra.
Hay sombras artificiales con otras luces: de neón, incandescentes, de gas, de fuego …, pero no es lo mismo, son falsas sombras; tan sólo la Luna es capaz de alumbrar una sombra más tenue y romántica. Por supuesto la sombra de ojos, que embellece a las mujeres, no entraría dentro de este ensayo.
La sombra, esa negra silueta que parte de nuestro cuerpo para proyectarse en la tierra y recordarnos nuestra existencia: unas veces por delante, cuando es más atrevida que nosotros y osa lanzarse a la aventura para alcanzar a otras sombras que le atraen; en ocasiones a nuestros costados, babor y estribor, abrazando a la persona que camina a nuestro lado; casi siempre detrás de nosotros, cuando marchamos cara al sol, pero sin alzar el brazo derecho, para protegerse de los rayos UVA; y cuando el sol cae a plomo justo por encima de nuestras cabezas, en el cenit, se introduce en el interior de nuestro cuerpo para asombrar a nuestra alma.
Normalmente nuestras sombras son pacíficas pero existen personas con mala sombra, como los Hermanos Malasombra que son malos de verdad e intentan por todos los medios iluminar las nuestras para asesinarlas. Andemos con cuidado y vigilantes de nuestra sombra y de las ajenas.
En días nublados mi sombra desaparece en busca de otras, casi siempre femeninas, y cuando el sol vuelve a brillar ahí arriba la encuentro abrazada a otra sombra poniéndome en un compromiso, pues mi cuerpo también abraza el de una mujer.
No perdamos la capacidad de asombrarnos con la belleza y los sentimientos de las personas que nos impresionan con sus inquietas sombras y la encantadora luz de sus miradas.
Si andas con sombras ten cuidado de no convertirte en una sombra.
No voy a decirte que aprovechemos el tiempo, que se agota. Hay más tiempo que vida, como diría el amigo Manuel, y supongo que para entonces el ser humano, tal cómo lo conocemos, habrá desaparecido o evolucionado a otra cosa, mariposa.
Desde luego tú y yo, bueno yo espero ser inmortal, ya no podremos continuar escribiendo y leyendo; vivamos pues, ahora.
El Sol, a parte de darnos la vida, y qué vida, y mantenerla, nos da algo más importante todavía: nuestra sombra.
Hay sombras artificiales con otras luces: de neón, incandescentes, de gas, de fuego …, pero no es lo mismo, son falsas sombras; tan sólo la Luna es capaz de alumbrar una sombra más tenue y romántica. Por supuesto la sombra de ojos, que embellece a las mujeres, no entraría dentro de este ensayo.
La sombra, esa negra silueta que parte de nuestro cuerpo para proyectarse en la tierra y recordarnos nuestra existencia: unas veces por delante, cuando es más atrevida que nosotros y osa lanzarse a la aventura para alcanzar a otras sombras que le atraen; en ocasiones a nuestros costados, babor y estribor, abrazando a la persona que camina a nuestro lado; casi siempre detrás de nosotros, cuando marchamos cara al sol, pero sin alzar el brazo derecho, para protegerse de los rayos UVA; y cuando el sol cae a plomo justo por encima de nuestras cabezas, en el cenit, se introduce en el interior de nuestro cuerpo para asombrar a nuestra alma.
Normalmente nuestras sombras son pacíficas pero existen personas con mala sombra, como los Hermanos Malasombra que son malos de verdad e intentan por todos los medios iluminar las nuestras para asesinarlas. Andemos con cuidado y vigilantes de nuestra sombra y de las ajenas.
En días nublados mi sombra desaparece en busca de otras, casi siempre femeninas, y cuando el sol vuelve a brillar ahí arriba la encuentro abrazada a otra sombra poniéndome en un compromiso, pues mi cuerpo también abraza el de una mujer.
No perdamos la capacidad de asombrarnos con la belleza y los sentimientos de las personas que nos impresionan con sus inquietas sombras y la encantadora luz de sus miradas.
Si andas con sombras ten cuidado de no convertirte en una sombra.