Apuntaba el arco al cielo entre
nubes y destellos de sol. La lluvia caía a modo de llanto, desconsolada, y yo
regresaba a la ciudad. Traía tu recuerdo en mi memoria y un obsequio en la
cartera. Cómo una flecha, un alma con punta de nariz de payaso subía veloz al cielo, y otra, la
tuya, luchaba por seguir aferrada a la tierra. La primavera era así, triste y
alegre a la vez.