martes, 21 de febrero de 2012

Recordando a Toni.


El día 29 de enero falleció en su domicilio de Alpera nuestro compañero y amigo Antonio Gómez Soriano. Antonio, “Toni” para su familia y amigos, fue un hombre que tuvo que inventarse así mismo en una época complicada. Ingresó muy joven en el Ejército de Tierra y, después de superar los diferentes cursos de ascenso y recorrer varios destinos por el territorio nacional, terminó su carrera militar como Comandante de Ingenieros destinado en el Centro Provincial de Reclutamiento.

Llegó a Cruz Roja Española a mediados de los años ochenta para asumir el puesto de "Responsable Provincial del Servicio Civil", sustitutorio del militar, cuando "la mili" era obligatoria y Cruz Roja ofertaba plazas para servicios sanitarios en sus puestos de Socorros y Emergencias. Con la supresión del Servicio Militar obligatorio dejó de prestar su labor a la Institución.

Gran profesional, metódico, ordenado, humilde y humano en el trato con la tropa y con el resto de compañeros que tuvimos la suerte de conocerle, trabajar a su lado y disfrutar de su alegre compañía. Siempre atento, educado, animoso, sentimental y ocurrente con sus chistes y chascarrillos que alegraban las mañanas en San Antonio, 19.

En las últimas y esporádicas conversaciones telefónicas nos invitaba a visitarle en su pueblo y se interesaba por sus amigos y compañeros de Cruz Roja, alegrándose cuando el viento soplaba a nuestro favor y solidarizándose con nuestras desgracias.

Si el cielo existe seguro que él, Toni, ya estará allí arriba animando el cotarro y organizando la intendencia. No creo que necesite oraciones que limpien su alma de los pecados de la vida, pero seguro que se alegrará si, en la primera ocasión que tengamos, brindamos juntos por su memoria y por la vida, que con tanto entusiasmo saboreó.


Sábado 3 de marzo en Alpera:

Asistimos, después de dar y recibir el pésame de su familia, pues nosotros también formamos parte de su "otra familia", la de los compañeros y amigos, a la misa por su alma y las de sus convecinos que fallecieron en Alpera en la mismas fechas de finales de enero y principio de febrero.

Iglesia helada, como el final de esta tarde de invierno, repleta de gentes, familiares y amigos que dan calor humano a su recuerdo. Sentimos su presencia a nuestro lado, animándonos y recordándonos que él estará siempre con nosotros, en los momentos tristes y difíciles y en aquellos que gobierna la alegría.

Y como anécdota, que certifica su presencia fantástica en la ceremonia, nos envía un pequeño y curioso perro negro que recorre la iglesia y se acerca en repetidas ocasiones al altar para escuchar atento el sermón del sacerdote que oficia la liturgia y rememora, junto a nosotros, la vida de Toni.

Nos despedimos de la familia contentos y reconfortados, habiendo cumplido nuestro deseo y el suyo de visitarle en su pueblo. No pudo invitarnos a merendar, como le hubiera gustado, porque llegamos tarde, cuando ya no estaba físicamente, aunque ahora habita en nuestro recuerdo y en nuestros corazones.