En ocasiones, involuntariamente, pulsamos la tecla
equivocada y generamos un sonido chirriante y desacompasado. Pedimos disculpas
y retomamos la partitura. Gracias.
O quizás involuntariamente creamos un nuevo sonido capaz de
despertar nuevas vibraciones. Siempre es más sensato retomar la partitura
En otras ocasiones la pulsamos por voluntad propia, a pesar
de saber que es una tecla equivocada. Y una vez hecho esto ya no intentamos
retomar esa partitura. Quizás porque era una partitura que no merecía la pena
retomar.
Con partitura, o tocando de oído, mejor interpretar la
melodía que nace de nuestros corazones, sin duda será la más bella de escuchar.