Los peores mares para naufragar
son los interiores, aquellos que llevamos dentro. Mares revueltos y agitados,
oscuros y tristes, innavegables. Mares profundos, de olas locas y asesinas que
golpean con fuerza donde más nos duele. Esos mares de dudas, miedos,
sentimientos rotos y pensamientos hostiles, debemos evitarlos a toda costa
porque jamás nos devolverán a la orilla.