Aparcados, uno detrás de otro, en
fila de dos, blanco y gris al final de la tarde. Corre un aire de tormenta
entre las ventanillas delanteras. Vestida de fiesta me miras como si nada. Y
antes del primer beso un silencio nos delata. Sesenta minutos es algo más que
una hora. Pero pasan pronto, mucho antes que una historia de amor sin palabras.