Aparcados, uno detrás de otro, en
fila de dos, blanco y gris al final de la tarde. Corre un aire de tormenta
entre las ventanillas delanteras. Vestida de fiesta me miras como si nada. Y
antes del primer beso un silencio nos delata. Sesenta minutos es algo más que
una hora. Pero pasan pronto, mucho antes que una historia de amor sin palabras.
1 comentario:
«Todos mis arrebatos se han trocado en dulzura. Creí que iba hoy a amanecer loco, y he amanecido como si hubiera esta noche hablado con los ángeles. Quiero que de este amor, único en mi vida, quede algo perdurable, además de mi dolor. ¿Será usted tan buena que quiera permitirme que, sin nombres, claro está, escriba yo un breve libro dulce y espiritual? Irán en él los versos y prosas que le he escrito, y trozos de cartas, los trozos más puros y más altos. Algo levantado y noble, digno del amor que mi corazón le ha dado».
Juan Ramón Jiménez
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