Después de crear dentro de nuestra cabeza una idea de Dios, acabamos, paradójicamente, haciéndole nuestro creador, creador del propio ser que lo creó. Es decir, creamos a Dios y luego creemos que ha sido él quien nos ha creado a nosotros... También creamos esa otra abstracción a la que llamamos diablo y lo acusamos de ser culpable de nuestras propias maldades... ¿Quiere mayor absurdo?
A mí me parece una tomadura de pelo. No tiene sentido que necesitemos engañarnos para vivir.