jueves, 25 de marzo de 2010

No ha dejado de llover.


Ha dejado de llover,
Y la lluvia, esta lluvia
Débil y persistente,
Continúa anegando
El interior de mi memoria,
La triste memoria que
Todavía alberga tu recuerdo.

El viento ha limpiado
De nubes este cielo que
Ahora es azul, de un azul
Oscuro e intenso como
Tu recuerdo, que quema,
Que abrasa constantemente
Mi sentimiento de pérdida.

El Sol, tímidamente,
Comienza a calentar mi cuerpo
Cansado de esperar, de esperarte,
Inunda de luz la atmósfera
Pero no consigue infiltrarse
Por las rendijas, por las heridas
De mi ánimo derrotado.

Ha dejado de llover,
El viento ha barrido las nubes
Y el Sol calienta tímidamente,
Pero tu recuerdo provoca
Una lluvia de llanto interior
Que torna en gris mi alma
Y ciega el sol de la esperanza.

No, no ha dejado de llover.

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miércoles, 24 de marzo de 2010

Tu sonrisa.


Tu sonrisa es un viento cálido
Que me envuelve y me arroja a tus brazos,
Perdona mis desafueros que a veces la apagan
Y me llevan al arrepentimiento
Deseando inflamarla de nuevo.

Tu sonrisa inspira mis sueños
En las noches frías de mi alma,
Arropando mi cuerpo perdido
En aventuras de amor contigo
A lo largo de la noche callada.

Tu sonrisa alimenta el recuerdo
De momentos vividos a tu lado,
Llenando el vacío dejado
Por el tiempo sufrido sin tu abrazo
Y marcando el ritmo a mis pasos.

Tu sonrisa transforma mi ánimo
Cuando la tristeza me cautiva,
Vuelvo a sentir su reflejo en mi cara
Y no cambio nada por ella,
Deja que la avive con la mía.

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lunes, 15 de marzo de 2010

Gracias por tus abrazos.


Inesperado el primero
y por ello deseado,
en un triste día del alma
con la alegría que finge en el rostro
y la tristeza que corroe por dentro,
gracias por tu abrazo.

Inesperado el segundo
y por ello más deseado,
en el jardín de la vida
al final de la jornada
con el corazón en tu mano,
gracias por tu abrazo.

Gracias por tus abrazos
al filo del precipicio,
en la encrucijada del cambio,
que guían mi amor hacia tu viento.

Gracias por el primero, por deseado,
gracias por el segundo, porque me muero.




jueves, 11 de marzo de 2010

La Ratita.


Había una vez en un país no tan lejano, al sur del norte y al este del oeste, una limpia ratita chiquitita y curiosita que habitaba en una cloaca de barrio.
Un día decidió, harta de morar en la oscuridad, subir a la superficie a ver el Sol, la Luna, el mar, la luz, las estrellas, los animalitos y las plantas. Así fue que tomó el ascensor de la octava cañería y pulsó el botón de “primera planta”.
Cuán grande fue su sorpresa al contemplar, tras abrirse la puerta e impactar sobre sus débiles ojitos la luz crepuscular, el mundo luminoso que se le ofrecía. Se encontraba en la Avenida de los Españoles, en pleno centro de la ciudad.
Tras permanecer unos instantes estática en el interior del ascensor contemplando las primeras imágenes que llegaban a su retina, optó por adentrarse en el caos que se abría a sus sentidos. Tal fue el despiste de sus primeros pasos que a punto estuvo de ser atropellada por un camión de reparto de “mala leche” que le pasó rozando el hocico.
Caminaba cautelosamente por la calle, observando detenidamente todo lo que a su paso encontraba, latas de cerveza, colillas, papeles, restos de comida, zapatos de todas las formas y colores y demás inmundicias, alucinando ante tanta basura callejera.
Las personas en un primer momento la evitaban, pero un grupo de chavales intentó capturarla a base de pisotones y estacazos, fue su tercer sobresalto y tuvo que huir rápidamente y ocultarse entre los escombros de una cafetería americana en construcción.
Ahora tenía una idea más real del mundo de la superficie, se había dado cuenta del peligro que suponía merodear a plena luz entre los humanos y en un medio hostil para sus hábitos ratunos.
Después de recorrer unos jardines próximos y sufrir los improperios de dos perritos falderos que la acosaron, se introdujo por la boca del metro de la calle de la Pureza.
¡Ah!, suspiró, esto es otra cosa, este espacio es más familiar, parece una alcantarilla enorme con seres parecidos a mis amigas las ratas.
A punto estuvo, una vez más, de no contarlo cuando uno de los trenes le pasó por encima, suerte que permaneció inmóvil y no corrió hacía los raíles de la vía.
Llevaba una hora en la superficie y estaba harta de tanta sorpresa, ahora añoraba la vida tranquila y apacible de su anterior morada; recordaba la oscuridad y el silencio en contraste con el mundo bullicioso que la acogía en estos momentos, además el ambiente era nocivo para su salud, la atmósfera estaba llena de humos irrespirables, las luces continuas y destellantes irritaban sus delicados ojitos, los ruidos ensordecedores del tráfico rodado y de las herramientas de los obreros martilleaban una y otra vez sus tímpanos aterciopelados. Si, había desechos en las calles, plazas y jardines, como en su cloaca, pero no podía utilizarla ante el acoso de las personas y sus animales domésticos que no paraban de excretar en cualquier parte.
Ya estaba hasta los bigotes de ese mundo de la luz, del mundo de “arriba”, no soportaba tanto desmadre y confiaba en encontrar el camino que le devolviera a su hábitat.
Y el descenso fue casual e irremediable al caer por una boca de alcantarilla tras ser perseguida estrepitosamente por un gato feo y asqueroso que a punto estuvo de atraparla.
La pesadilla ya había pasado, ahora se encontraba en su cloaca querida y no volvería a subir al mundo de los humanos, había quedado colmada su curiosidad. Contaría su experiencia en el colegio para que sirviera de orientación a posibles ratitas que tuvieran los mismos sueños que ella vivió y sufrió en su lindo cuerpecito.

viernes, 5 de marzo de 2010

Amor auditado.


Inmovilicé tu amor
En una cuenta de activo,
Mi contrapartida quedó grabada
En el largo plazo del pasivo.

Gasto tanto esfuerzo en quererte
Como invierto en soñar contigo,
no ingresaría nada al perderte
Y por tanto todo es beneficio.

He inventariado tus recuerdos
Y no he dado de baja ninguno,
Amorticé los malos momentos
Y llevo a resultados tu cariño.

Tu sonrisa en un ingreso extraordinario
En los momentos de crisis,
He cerrado el ejercicio contable
Y llegó el momento de hacer balance.

He cuadrado tu vida con la mía
Y el resultado es tan positivo,
Que aumentamos nuestro remanente
Y afrontamos el destino con alegría.