"No somos todas iguales, aunque valemos lo mismo".
Amiga Mónica, en modo alguno debes disculparte conmigo pues tus palabras no me ofenden. Tú has interpretado subliminalmente, como yo, como todos, el texto y la imagen expresando tus sentimientos e intuiciones, por ello te felicito y te animo a seguir haciéndolo.
Contigo hemos aprendido a ver las navajas con otros ojos. Las navajas, como dicen María Rosa y Roberto son un símbolo de identidad de esta tierra manchega de Albacete y representan el esfuerzo, la creatividad, las labores cotidianas: como utensilio doméstico y herramienta de trabajo en el campo.
Nuestro emérito Alcalde, Don Manuel, se interesa por el origen de las navajas de la foto: ¿son chinas? pregunta, temiendo que, si así lo son, perjudiquen a los artesanos de la ciudad.
Jesús Ángel escribe: “Muy bueno” dejándonos huérfanos de su interpretación. Pero todas nuestras visiones e interpretaciones se condensan en una corta expresión, muy manchega, de Natividad: “ea” que llegan a emocionar a Michelle, admirando nuestro carácter latino que pugna por encontrar múltiples significados a las cosas.
La foto fue tomada del expositor de un bar de carretera. Llamó mi atención: eran iguales, menos una, pero diferentes, como las personas; de distintos colores; sirven para lo mismo, aunque según quien sea su amo así acontecerán sus vidas.
Sanz es, o fue, un taller de Albacete. No sé si son “ilegales” y han llegado en un contenedor patera procedentes de China. Lo que sí sé es que para las gentes de Albacete (“creía que aquella gente manchega sería agresiva, violenta, orgullosa; pero no, la mayoría eran sencillos, afables, sin petulancia” nos dice Baroja en “El Árbol de la ciencia”) no se trata de un arma, más bien es “el alma" de sus gentes.