En estos tiempos de incredulidad y desconfianza regresamos a nuestra infancia para recordar otras maneras más sencillas y humildes de vivir, y reencontrarnos con aquellos niños que fuimos, sí, porque a vosotras, niñas, os regalaban muñecas.
Mañana de sorpresas y alegrías al descubrir los juguetes mágicamente recibidos, casi siempre para compartir con los hermanos, posiblemente los únicos juguetes que llegarían a lo largo del año.
Hoy incluso los habitantes de este castillo rememorado: sus majestades, príncipes, infantas, consortes y el resto de la corte, en estos tiempos de desazón, no están a la altura de nuestros sueños de infancia.
¡Felices Reyes! Si todavía hay alguien que en ellos crea.
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