Pensar en ti e imaginarte, sentir que estoy a tu lado compartiendo todo, lo tuyo y lo mío, lo nuestro. Recordar tu mirada, tu voz, tu risa, tu elegancia natural, tus manos, tu cuerpo. Recordarte para disfrutar los momentos de tu ausencia y avivar nuestro próximo encuentro. Así despierto un amanecer más con tu fotografía impresa dentro de mí y el gozo de ser tuyo y de que seas mía.
¡Cuánto nos cuesta caer en la cuenta de lo verdaderamente importante! Por eso debemos andar con cuidado para no caer irremediablemente en las trampas que nos pone la vida. Ser nosotros mismos y mantener nuestro espacio propio nos ayuda a seguir adelante.
Yo te tengo a ti y a ese nivel no hay nadie más, sólo estás tú. Hay más personas en mi vida, pero sólo estás tú para que yo no me sienta solo.
Cuando el paisaje interior coincide con el exterior y la compañía es la apropiada, te sientes en casa.
Y entonces aparece una mujer, que no conoces de nada, y sientes algo dentro de ti que te lleva a seguir sus pasos, fijarte en ella, querer conocerla y abrir tu corazón al amor que te despierta. ¿Se puede querer tanto en tan poco tiempo? Se puede y se quiere. Eres tú y soy yo, protagonistas de esta historia tan inesperada como deseada.
Aunque haya dejado de escribir para todos, no he dejado de escribir para ti, porque tú eres fuente de inspiración y acicate para seguir escribiendo. Todos somos únicos, pero quizás tú lo seas un poco más. Una mujer especial. Agradable por fuera, a la vista y al resto de los sentidos, y entrañable por dentro, para quienes tenemos la suerte de conocerte. Buenos días amor, seguiré escribiendo... te.
