En alguna ocasión viajamos tranquilamente con destino a una playa luminosa del Mediterráneo con la intención, como en la vida, de disfrutar de días tranquilos junto al mar en buena compañía y al calor suave del Sol.
Hemos preparado el viaje con antelación suficiente para que no surja ningún imprevisto, pero cuando estamos en la carretera observamos, de repente, una gran nube gris oscura en el horizonte que se nos viene encima y no hay escapatoria posible. De pronto, como en la vida, la luz se apaga y pasamos del día a la noche en un instante, los truenos y relámpagos nos envuelven como sollozos y gemidos de dolor y nuestros limpiaparabrisas no consiguen evacuar las lágrimas que caen del cielo ahora transformado en infierno interior.
La tragedia, la muerte de un ser querido es una gran tormenta en mitad de nuestro camino que oscurece nuestras vidas y nos conduce a un túnel tenebroso y triste que debemos recorrer, ojalá que en compañía, para encontrar de nuevo la luz y el horizonte que acabamos de extraviar.
Hemos vivido esta experiencia con dolor e impotencia y por ello, cuando alguna persona cercana inicia su calvario interior por el mismo motivo u otro equiparable, nos solidarizamos con ella e intentamos, dentro de nuestras humildes posibilidades, ayudarle a que encuentre de nuevo la luz al final del túnel.
El recorrido interior a través del recuerdo de los momentos vividos con la persona que marchó, físicamente, pues permanecerá para siempre en nuestros corazones, nos hiere profundamente y anula los pensamientos corrientes que nos conducen en el día a día.
El cariño, el apoyo sentimental, la compasión y el propio esfuerzo para salir a flote del naufragio posibilitarán retornar de nuevo a la vida cotidiana fortalecidos por la experiencia vivida, sufrida, dispuestos a continuar el camino que el destino tiene preparado para cada uno de nosotros.
Ahora queremos celebrar el retorno a la “normalidad” de una persona cercana que, con su esfuerzo y el apoyo solidario de su querido entorno, ha vuelto a la vida transformada, como Ave Fénix, en una nueva mujer fuerte e ilusionada. Brindamos por ella y por quienes la queremos y comprendemos.
Hemos preparado el viaje con antelación suficiente para que no surja ningún imprevisto, pero cuando estamos en la carretera observamos, de repente, una gran nube gris oscura en el horizonte que se nos viene encima y no hay escapatoria posible. De pronto, como en la vida, la luz se apaga y pasamos del día a la noche en un instante, los truenos y relámpagos nos envuelven como sollozos y gemidos de dolor y nuestros limpiaparabrisas no consiguen evacuar las lágrimas que caen del cielo ahora transformado en infierno interior.
La tragedia, la muerte de un ser querido es una gran tormenta en mitad de nuestro camino que oscurece nuestras vidas y nos conduce a un túnel tenebroso y triste que debemos recorrer, ojalá que en compañía, para encontrar de nuevo la luz y el horizonte que acabamos de extraviar.
Hemos vivido esta experiencia con dolor e impotencia y por ello, cuando alguna persona cercana inicia su calvario interior por el mismo motivo u otro equiparable, nos solidarizamos con ella e intentamos, dentro de nuestras humildes posibilidades, ayudarle a que encuentre de nuevo la luz al final del túnel.
El recorrido interior a través del recuerdo de los momentos vividos con la persona que marchó, físicamente, pues permanecerá para siempre en nuestros corazones, nos hiere profundamente y anula los pensamientos corrientes que nos conducen en el día a día.
El cariño, el apoyo sentimental, la compasión y el propio esfuerzo para salir a flote del naufragio posibilitarán retornar de nuevo a la vida cotidiana fortalecidos por la experiencia vivida, sufrida, dispuestos a continuar el camino que el destino tiene preparado para cada uno de nosotros.
Ahora queremos celebrar el retorno a la “normalidad” de una persona cercana que, con su esfuerzo y el apoyo solidario de su querido entorno, ha vuelto a la vida transformada, como Ave Fénix, en una nueva mujer fuerte e ilusionada. Brindamos por ella y por quienes la queremos y comprendemos.
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