Hace varias jornadas que nos hicimos a la mar, en una noche de luna nueva, dispuestos a pescar esos sueños que nadan en las profundas aguas frías del Atlántico.
Artes, las de siempre: redes tejidas de fina imaginación por las musas del puerto que tanto hacen por la literatura marina; algunas cañas de madera de cerezo, cortada en mágica noche de solsticio de verano, equipadas con carrete de hilo de plata que resiste el empuje de las pesadillas más recurrentes; lámparas de luz de gas que desprenden cálida luz y evitan despertar a los sueños inquietos.
Nuestro barco: "O Soño", habituado a navegar por estos mares salvajes, extrañamente quedó hechizado por una manada de ballenas jorobadas, en tránsito hacia aguas antárticas, y no responde a nuestros golpes de timón. Hemos perdido el control de la embarcación y navegamos a la derrota totalmente desorientados. La radio, el radar y el resto de instrumentos no funcionan ni avistamos ningún buque en el horizonte que pueda auxiliarnos.
Vamos dejando constancia de todo lo ocurrido en este cuaderno de bitácora, para que hable por nosotros en caso de no regresar a puerto y sea encontrado naufragando cerca de alguna playa. Creemos que hemos sido “pescados” en un sueño imposible nunca antes imaginado y no sabemos si podremos despertar de él en algún momento.
Domingo 24 de abril de 2011, 10 horas p.m., anochecido, la mar está tranquila y seguimos la estela de las yubartas que nos flanquean a babor y estribor. En la proa un macho imponente que marca el ritmo y, a popa, dejándose llevar, el resto de la manada. A poniente observamos el resplandor de un faro misterioso, en medio del mar, que débilmente con anaranjada luz nos marca el rumbo a su encuentro.
Lunes 25 de abril de 2011, 7 horas a.m., anoche llegamos al faro y misteriosamente los instrumentos volvieron a funcionar. Las ballenas continuaron su navegación y logramos hacernos con nuestro barco. Pensando que era una señal del destino lanzamos redes y cañas. Al momento hemos notado el peso de la carga que levantamos con gran esfuerzo y asombro por la calidad y cantidad de sueños que contiene: multicolores, de amor, negros, misteriosos, dorados, e incluso recién nacidos y alguna pesadilla. Nos afanamos en colocarlos delicadamente en cajas de madera y cubrirlos con hielo picado para conservar todo su encanto.
Ni rastro del faro que marcaba nuestro hallazgo. Ponemos rumbo de regreso a puerto con la bodega llena y la esperanza de obtener una gran recompensa, esta tarde, en la subasta de la lonja literaria de A Coruña.
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