En ocasiones, por prejuicios o malentendidos, interpretamos, creemos o pensamos que la otra persona, no cualquier persona sino aquella persona que realmente nos importa, porque la conocemos desde hace mucho tiempo, o incluso desde hace tan sólo unos segundos pero que ya ha dejado su huella en nuestro camino, ha perdido su interés por nosotros. Cesa así la comunicación, la comunicación verbal, escrita, pues la comunicación que nos mantiene unidos a través del recuerdo, del tiempo, de la memoria, de momentos vividos, difícilmente desaparece.
Si somos capaces de recordar con agrado lugares concretos y personas que tan sólo hemos visto un par de veces en nuestra vida, cómo vamos a olvidarnos de quienes han compartido con nosotros escenarios e historias comunes.
Es por ello que nos alegramos, sinceramente, al restablecer el diálogo, de volver a contactar con la otra persona y conocer de sus vientos favorables, solidarizándonos con los pequeños o grandes naufragios que le acontecen.
Es por ello que nos alegramos, sinceramente, al restablecer el diálogo, de volver a contactar con la otra persona y conocer de sus vientos favorables, solidarizándonos con los pequeños o grandes naufragios que le acontecen.
Como navegantes en continuo ir y venir abandonamos puertos con destino a otros, y en el ajetreo de la carga y la descarga no encontramos el momento oportuno para comunicarnos, tiene que ser en alta mar, en los momentos de calma, cuando conectemos la radio para retomar el contacto.
Nos alegra saber de ti y recibir noticias tuyas.
Nos alegra saber de ti y recibir noticias tuyas.
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