Vivimos al humor del viento, porque es él, el viento, quien nos trae, soplando con fuerza invisible, los cambios de tiempo.
Aburridos en la monotonía de cielos despejados y en calma, llega cargado con el regalo de nubes preñadas de agua para ofrecernos esa fresca ducha que limpia el aire y aclara nuestra mente.
Y cuando estamos hastiados de vivir inmersos en la oscuridad de una triste nube gris, regresa con fuerza para barrer las cenizas que empañan nuestra visión y devolvernos el horizonte soleado.
En otras ocasiones sopla suavemente y nos acerca el perfume de aquella lejana mujer, despertando nuestros sueños más inquietos. Escuchamos, ocultas en sus silbidos, gratas palabras pronunciadas antaño, que reconfortan nuestro incansable espíritu.
Vivimos al humor del viento que hincha nuestras velas y nos transporta a mares y cielos misteriosos en busca de nuevas aventuras.
Todo lo que somos y vivimos se lo debemos a nuestro amigo el viento. Él nos lleva y trae, nos acerca y distancia, nos eleva y derrumba, sin él continuaríamos varados en la infinita rutina.
¡Dejémonos llevar al humor del viento!
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