En la encrucijada un abanico de posibilidades se abre delante de nosotros: Podemos retroceder, desandar nuestros pasos, y regresar por el mismo camino que hasta aquí nos trajo; elegir cualquier dirección, dejándonos llevar por la intuición; escoger la ruta más sencilla, o la más complicada; la más corta, o la de mayor recorrido. Pero también podemos instalarnos, temporal o definitivamente, en este lugar, en la encrucijada, esperando la llegada de quién guía nuestros pasos.
¡Feliz aventura!
1 comentario:
El mejor guía es uno mismo
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