Bajo el árbol te refugias, encuentras cobijo y proteges tu cuerpo de las inclemencias de la vida.
Te sientes árbol arraigada a tu tiempo, pero libre de raíces que amarren tus piernas a ningún sitio y a quien no te comprenda.
Un árbol en lo alto de la montaña de sentimientos que habitas y al borde del precipicio que separa un cielo dulce y luminoso, que en sueños vuelas, de la realidad oscura y amarga de ahí abajo.
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