Aunque toda la vida siga pensando en ti, te digo adiós.
Adiós, hasta siempre.
Fue una suerte conocerte y una desgracia no olvidarte.
Porque si ya no estás aquí, a mi lado, de qué sirve pensar en ti.
¿Acaso no he sufrido bastante?
Definitivamente adiós, para siempre.
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