Buscando la luz descubrimos nuestras sombras. Sombras
alargadas, a ras del suelo, que dan la espalda a la luminosa realidad que
tenemos delante. Una luz deslumbrante, filtrada a través de las nubes que el
viento mece en nuestra mente. Y en el contraluz, frontera de tinieblas y
claridad, sentimos el tiempo detenido en un instante eterno.
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