Nos quedamos con la poesía de los cuerpos que yacen en plena
naturaleza rodeados de la belleza que tanto admiramos y amamos. Ese sería el
destino ideal de nuestros cuerpos para fundirnos con nuestra madre Tierra;
nuestras almas continuarán viajando, sin duda, en inmaculadas nubes de algodón
mecidas por un cálido y suave viento.
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