Voy, iba, camino del trabajo. Señales rojas, por toda la calle, me alertan. Un hombre, con pinta de sicario y signos evidentes de intentar cometer un asesinato, acaba de doblar la esquina y se dirige hacia mí por la misma acera. Anoche no bebí, creo, pero, por si acaso, voy a cruzar al otro lado. Ya os cuento, si vivo para contarlo...
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