“Yo sí que no soy de nadie”,
dijiste.
¿Eres mía, no?, te contesté.
"Bueno, eso sí", fue tu respuesta.
Y aunque no me perteneces,
Porque eres muy tuya,
Tu corazón comenzó a latir,
¡A toda máquina!
Y no hubo manera de pararlo
Hasta que llegamos a la siguiente
estación.
Todo ocurrió en ese corto e
intenso trayecto,
En la cabina nocturna que, cada
noche,
Nos lleva de camino a la frontera
de un nuevo día.
Es nuestro encuentro de
medianoche
Que conecta el relato del día que
acaba
Con los sueños que mañana
comienzan.
Y yo, que creía que tampoco era
de nadie,
Cada noche soy más tuyo.
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