Puedes romper tu techo de cristal,
para tocar el cielo, o permanecer a cubierto bajo él, a modo de invernadero,
contemplando un magnífico infinito inalcanzable. Te dirán que fuiste valiente
en el primer caso y cobarde en el segundo. Pero nadie mejor que uno conoce sus
circunstancias personales y lo realmente valiente es no abandonar el barco
hasta que todo esté perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario