Baja el agua mansa, tranquila y
relajada, sin aspavientos, camino de no saber hacia dónde. Pasa y es como si no
pasase nunca, pues no deja de pasar, continuamente, otra similar a ella. De vez
en cuando una hoja, una rama o algún pequeño objeto navega delante de mis ojos
y se pierde más abajo. El río siempre estuvo aquí, o casi siempre, con más o
menos caudal pero con las mismas aguas limpias, vacías y tristes.
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