Toda crisis es un naufragio. Si
tienes suerte podrás agarrarte a una tabla, a un cuadro, a un poema, a una
melodía, a un amor, o a cualquier otro pez que pase por tu lado, para continuar
flotando y evitar hundirte en las profundidades de ese océano revuelto y
tenebroso que, casi todos, llevamos dentro.
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