La casa azul.

En la calle que sube a la iglesia hay una casa con la fachada pintada de azul. Cada vez que paso por delante de ella siento que dentro habitan espíritus nobles y bohemios. De hecho, en alguna ocasión, he creído escuchar sus conversaciones envueltas en el sonido de una música serena. Sé que todo eso es imposible pero posiblemente no esté en lo cierto.

En el lavadero.

Antiguamente lavar era un acto social, ahora cada uno lava sus trapos sucios en casa.

Final feliz.

Hay historias tristes y entrañables que al final, después de muchos años, terminan felizmente. ¿Será la tuya una de esas?

Melodía triste.

Una triste melodía, inaudible, inundaba la plaza. A su ritmo caían hojas suavemente y crujían nuestros pasos rompiendo el silencio de la madrugada.

Benagéber.

En el embalse un otoño de recuerdos aflora en mi memoria. Momentos vividos a tu lado furtivamente, aventuras inmersos en el anonimato, caminos de ida y vuelta, paseos que nos sumergen en la noche, sueños hechos realidad y amaneceres de pasiones colmadas. Allí estabas tú, navegando en aguas tranquilas, y pude verte feliz y llena de paz.

Casi.

Fe.

San Pablo.

A mil ochocientos metros de altura de miras, junto a la ermita de San Pablo y tocando el cielo, miro hacia abajo, con intención de verte, pero sólo veo praderas, montes, rocas y pinos. Sé que estás por ahí, tan perdida como todos, en tus menesteres, y sé que, cuando baje, iré a buscarte para contarte todo lo que ahora, en este momento, siento. ¿Será amor o será mal de altura?

En la esquina.

En esta esquina de tu imaginación, confluencia de tu vida con la mía, chaflán de sueños y verdades relativas, habito. Un balcón gótico que da a dos calles, una habitación austera y una cama amplia, para escribir amores en sus sábanas, te esperan. 

¿Hasta cuándo?

Una lluvia de lágrimas en la noche inunda tu alma a ritmo de campanadas. Sonido metálico ahogado por el rumor de tu llanto. Tal vez sea el verano que se marcha o la llegada del otoño que lo reemplaza. Quizá el temor a vivir con miedo y a las consecuencias de un amor inevitable. El caso es que arrecian lágrimas sin cesar mientras unas reincidentes campanas marcan las horas.

¿Hasta cuándo?

Sexamor.

Él buscaba amor y ella deseaba sexo. En la cama de un viejo hotel jugaron sus últimas cartas durante toda la noche. Ella ganó amor y él lo que no buscaba. Desde entonces se aman y también se desean. Que sea por mucho tiempo.

Gótico atardecer.

Toro es posible.

Ahora.

Ahora que tú duermes y que yo velo, vuelo hacia allí, escondido en un sueño, para hacerme dueño de ti y esclavo de tu deseo.

Chocando.

Choca ver cómo renace el espíritu juvenil en Feria.

Tras los cristales.

A través de la ventana hemos visto pasar tantas Ferias por los redondeles como años tenemos. Pero más generaciones ha visto ella pasar adaptándose siempre, aunque no le convenza, a nuestras modas y costumbres. Tolerante Feria tras los cristales del tiempo.

Recuerdo.

Con estas niñas que se abrazan inmortalizando su amistad, con aquella pandilla heterogénea que va y viene sin parar o con cualquier otra pareja que pasea de la mano; la Feria se viste de gente a todas horas, también a deshoras, y muestra toda su belleza y todo su encanto.

En los ejidos.

En los ejidos de un pasado común volvimos a encontrarnos, casualmente, un doce de septiembre. Era Feria, aunque no teníamos nada que celebrar. Tú lucías minifalda manchega y yo barba de dos semanas y media. Nos miramos a los ojos como quien mira al sol en pleno verano, con miedo a quedarnos ciegos de amor nuevamente. ¡Hola! ¡Cuánto tiempo! Pudiste decir con voz entrecortada. Yo no supe qué contestar y sólo dije una sonrisa en un primer momento. Luego se desató mi voz y no paré de hablar hasta decírtelo todo, todo lo que no me atreví a decirte en el pasado. Y ya no recuerdo más o no sé si lo he soñado. El caso es que volví a perderte entre la muchedumbre que, a nuestro alrededor, deambulaba.

La noria.

Y gira la fiesta alrededor de la Feria, sin parar.

Pescando.

Armado de paciencia y de una caña se puso a pescar mientras pensaba. Dos ideas grises y una dorada fue toda su hazaña.

Feria.

Puedes entrar o quedarte fuera, pero si entras atente a las consecuencias.

Fe.

¿Qué sería de Dios sin nosotros?

¡No perdamos nunca la fe! 

¿En qué momento?

¿En qué momento comienzas a fijarte en una mujer que hasta entonces había pasado desapercibida? Quién sabe, pero ese momento llega y te das cuenta de su evolución desde el primer día que la conociste hasta hoy. Aprecias su belleza, su mirada limpia y potente, su elegancia, su saber estar, su educación, su chispa de picardía, sus sentimientos contenidos, su feminidad, su inteligencia, su bondad... y aprendes a quererla con respeto y admiración, con simpatía, con naturalidad, con cercanía, con amistad y... con mucho más.

8 de septiembre.

María de los Llanos es tu nombre

y te quiero felicitar

este ocho de septiembre.

Llanos son mis versos

como llana y profunda es tu mirada.

Llanetes te sientes niña

de la noche a la mañana.

Marillanos todo junto,

juntando dos palabras:

María, de virgen alma,

y Llanos, de tierra ancha.

Llanos

son tus nombres que

brillan en la Feria de Albacete. 

Nacionalmente.

Viejas son nuestras murallas y jóvenes nuestras banderas. Apátridas por dentro y nacionales hasta la frontera. El pesimismo nos gobierna con humor y una pizca de ironía. República monárquica para contentar a la mayoría. Elecciones sin candidatos, sustituimos urnas por bombos de lotería, si tienes suerte jamás te tocaría. Inmigrantes somos todos, desde el primer día, y si quieres más detalles pregunta en la portería.

Si no quieres.

Si no quieres que se sepa no lo hagas, o no lo digas si ya está hecho. Asume las consecuencias de tus actos y de tus palabras. Sé valiente, si quieres serlo, o prudente, si tienes miedo.

Roma.

Roma, ramo, armo y mora se construyen con las mismas letras, pero sólo una expresa más que las otras: amor.

Loco.

Loco de desatar fue puesto en libertad incondicional y ahora es tan normal como cualquiera.

Mira lo que he escrito.

Hay veces que me dueles

hasta en los renglones que no escribes,

esos que dejas que yo interprete.

Hay veces que lloro sin verte,

leo sin saberte y pienso sin tenerte...

¿será verdad lo que sientes?

LR

Cristo.

Y si has de morir que sea por una noble causa.

Tarde de tormenta.

Tarde de tormenta.

En el batán.

Agua y amores que no has de beber...