Anónimos jóvenes.

¿Qué fue de ellos y de sus vidas? Anónimos jóvenes reclutados para una guerra fratricida. ¿Sobrevivieron?

Mares mayores.

Para evitar mares mayores, cuando un amor está a punto de caer por la borda siempre hay una barca dispuesta a rescatarlo.

Piel.

Dicen que la piel es un órgano con memoria: que recuerda aquellos rayos solares que quemaron nuestra espalda; que no olvida los primeros besos de la adolescencia; que todavía siente las lejanas caricias de tu madre. A flor de piel llegan recuerdos desde la otra orilla del tiempo y de la vida.

Regreso.

Siempre que regreso a la costa me recibe desnuda con sus mejores galas, sirena de sueños imposibles y fracasadas realidades.

Estela.

Señal de que avanzas es la estela que dejas detrás de ti, efímero rastro de tu paso por la vida. Que seas recordado o no, de ti no depende. Tú te limitaste a amar, sin límites, aunque con los errores propios de cualquier navegante poco experimentado. Llegar a puerto no era tu destino, tampoco lo fue naufragar en el camino.

Diferencias.

Diferencias hay en el vestir, pero la esencia es la misma.

Doy fe.

Hay muchos dioses, doy fe.

En la noche de San Juan.

Bailando.

A toda costa.

Si no es playa es acantilado, a toda costa.

En un lugar.

En un lugar de Castilla-La Mancha...

Explicaciones.

¿No sé si me estoy explicando? Desconociendo que no le estábamos prestando atención, le dijimos que sí, más que nada para no volver a escucharla, pero no calló ni cayó en la cuenta y así nos tuvo un buen rato perdidas en sus explicaciones. Por fin cesó su interminable discurso y recuperamos, felizmente, nuestro silencio.

Redes.

Experto en redes retejiendo una malla azul.

Reflejos.

Detrás de un reflejo siempre hay una realidad que se proyecta más allá con sus luces y sus sombras.

Crucres.

Cruces en el camino de la fe.

Remando.

Cuatro hombres en los remos y una mujer al timón, fuerza y destreza impulsan la embarcación.

Llegada a puerto.

Arribar, atracar, amarrar, amar: llegados a buen puerto tras una inverosímil travesía.

De niña.

De niña, todo lo que hacía era una aventura, tenía tanto por descubrir...

Gaviotas.

Bienaventuradas las gaviotas porque de ellas es el reino de los cielos y las mares.

Mar de por medio.

Y tuvo que poner mar de por medio porque en tierra firme, de amor, se ahogaba.

Jota.

Si el amor llama a tu puerta, asómate primero a la ventana para ver de qué tipo se trata y qué intenciones lleva, no te dejes amar por cualquiera.

Camino de la iglesia.

Camino de la iglesia te vi pasar, vestida de domingo y sonrisa angelical.

Débil memoria.

Débil era su memoria y frágil el recuerdo, pero olvidarte no podía. Con insistencia repetía tu nombre, Lucía, y el eco de tu imagen, reflejado en sus pupilas, testimonio daba de lo mucho que te quería.

A Manolo Tena.

A Manolo Tena, en mi memoria: Hay quien piensa que para crear un poema basta con fabricar unos versos y situarlos, a modo de columna, unos debajo de los otros, ponerles rima, hablar de amor o de cualquier otro sentimiento, describir algo o suscribir la parte por el todo, si así fuera, fácil sería ser poeta, pero no lo es, ni sencillo escribir un digno y entrañable poema.

Gris.

En días grises siempre hay un puente que cruza a la otra orilla.

Imitando.

Si imitas lo que hacen las demás: ¿Qué más puedes esperar de ti?

Siguiendo las pistas.

No daba pistas, para no despistar, ni mantenía una línea recta en su trayectoria, más bien jugaba a desconcertar y tal era el desconcierto que podías esperar cualquier cosa de él. Quienes bien le conocían le dejaban hacer y admitían sus contradicciones, porque en el fondo todos las tenían, aunque no quedaran tan expuestas como las suyas. Hasta que un día, fatídico día, no se anduvo con rodeos y puso todos los puntos sobre las íes. Desde ese día le perdimos, definitivamente, la pista.

Esperando.

A pesar de mi puntualidad y de mi disposición a estar en el sitio más inoportuno, nunca llegué a tiempo de que sucediera algo importante que cambiara el curso de mi vida. Jamás tuve ocasión de dar un golpe de timón que torciera mi destino. Y aquí sigo esperando, cada vez con menos tiempo y más ganas, verte aparecer en el último instante para que todo, por fin, cobre sentido.

Rúa abaixo.

Hay calles que, inevitablemente, conducen a tu pasado. Recorrerlas a pie puede abrir viejas heridas o cicatrizarlas para siempre. Si te adentras en ellas, anda con mucho cuidado.

Sotosalbos.

Os juro que no puedo prometeros nada: Que sea lo que Dios quiera.

Más muerto que vivo.

Llevaba muerto unas horas, pero todavía no se había dado cuenta ya que su vida fue siempre igual de monótona y aburrida que ahora.

Derrumbe.

Tarde o temprano todo se derrumba y deja a la vista las entrañas de nuestra casa en ruinas. No hay amor que lo resista ni terremoto benevolente que la mantenga en pie.