Tanto era su dolor que ni el amor le daba consuelo.
Yo no supe qué más decir después de decirle todo.
Ya no era tiempo de paciencia ni de esperanza, perdida la fe
también se pierde el alma.
Ojalá un milagro, la mano de un mago, o la de un cirujano,
le devuelva pronto su vida robada.
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