Al final del año hay un puente.
Llegas y miras atrás. Casi que no recuerdas lo que pasó, pero sucedió, bueno y
malo, mejor y peor. Por delante la orilla de otro año y un camino largo a
recorrer. Pensamientos de arrojarse al río también los hay, aunque esos no son
míos. Abandonarte y dejarte arrastrar hacia el mar, tal vez allí te rescaten
los de Open Arms. El primer paso es el que mueve a los demás. Sin más dudas
comienzo a cruzar.
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