Muy de tarde en tarde, o de
mañana en pasado, se tomaba al pie de la letra todo lo que yo decía y también
lo que callaba, produciéndole un estado de ánimo cercano a la desilusión y al
enfado, aunque el amor, por suerte para mí, nunca llegaba a perderlo y yo, sin
pesar de nada, japonesita mía, también la quería.
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