No me consta que sean reyes, de hecho,
los únicos reyes y reinas de las casas son los niños y las niñas. Tampoco creo
en la magia, salvo en aquella que convierte la tristeza en alegría y el odio en
amor. No obstante, parece ser que ya están aquí, un año más, dispuestos a
cumplir con su antigua misión de regalarnos unos momentos de felicidad. Vamos a
recibirles como se merecen y agradecerles su bondad. ¡Suerte!
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