Trabajar para vivir y para dejar de trabajar, llegado el momento de la jubilación, y vivir de la pensión. Tanto esfuerzo, tantos días, tantos años, da para contar muchas historias de gente que luchó, ganduleó, traicionó y echó una mano, sino las dos. El trabajo nos humaniza y también nos esclaviza. Más vale tenerlo que carecer de él. No están los tiempos para celebrar y ya se agotaron las fuerzas de reivindicar.
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