Después de nueve meses en el
vientre de nuestra madre, el destino nos arroja al laberinto de la vida. En los
primeros años todo es sencillo, estamos protegidos, vigilados y amparados, pero
llegada la adolescencia comenzamos a perdernos por los corredores que se abren
a nuestros ojos, sin saber muy bien a dónde vamos y qué queremos hacer.
Pasaremos años encerrados en nuestras contradicciones, dando vueltas sin parar
y sin encontrar una salida. El final lo conocemos, será el mismo para todos,
regresar a la nada a través de esa puerta vacía. Por tanto, no queda más
remedio que armarnos de valor y tener mucha paciencia, disfrutar de los
encuentros fortuitos, vagar en compañía, ver, sentir y explorar los lugares más
recónditos. En Lithica, lugar para la reflexión, te espero, ven a perderte
conmigo.