Por caminos de niebla me adentro. A corta distancia todo es gris y se pierde el horizonte. Oigo ladrar a un perro que rompe el silencio, pero no lo ubico. Es un camino interior, de aislamiento, de reflexión y de toma de conciencia. Hay tanto ruido y tantos estímulos enajenantes en la ciudad de los locos que, de vez en cuando, se hace necesario perderse entre nieblas.
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