Necesitamos rodearnos de silencio y aislarnos de ruidos externos, incluso de los que genera nuestra propia mente, para escuchar con nitidez el latir de la vida y el eco que llega de tiempos pasados anticipando sonidos futuros. Me molestan los gritos, las voces en alto, los altavoces, las palabras altisonantes y cualquier exceso verbal que rompa el equilibrio, pero son humanos y los comprendo.
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