No esperes a mañana para traerme flores, tráemelas hoy que todavía estoy vivo.
“Tal vez mi destino sea eternamente ser contable, y la poesía o la literatura una mariposa que, parándoseme en la cabeza, me torne tanto más ridículo cuanto mayor sea su propia belleza”. Fernando Pessoa
A menudo se hace necesario un buen lañador para restañar las heridas que la vida nos va infligiendo.
De gris se visten las sombras, no encuentran otro color, ni lo quieren. Siempre fue así, desde que se hizo la luz y comenzaron a proyectarse. Puedes verlas a cualquier hora del día, y de la noche. Tu sombra te acompaña a todas horas, nunca te abandona, aunque no la veas está ahí, fiel a ti y a tus movimientos. Podrás cambiar por dentro, o por fuera, pensar de una manera, o de otra, caminar solo, o acompañado, ella no te fallará, estará a tu lado, porque, si hay luz, es infalible. Yo, si me dejas, quiero ser tu sombra y que sientas que estoy ahí, a tu vera.
A veces me desdoblo y no consigo distinguir quién soy yo y quién es él, aunque para ti, querida fotógrafa, soy el mismo, pero duplicado.
Tus palabras son un gozo para mi lectura, pues me haces protagonista de lo que más quiero: tú. Estar contigo es mi máxima aspiración y el deseo mejor cumplido. Juntos somos todo, porque nada nos falta, amor.
Puede más el ánimo que el desasosiego, la alegría que la tristeza, el goce que el dolor, la esperanza que el miedo, el amor que el odio.
Lo peor que nos puede pasar es que no nos pase nada. Pasar por la vida como si no hubiésemos nacido y morir sin estrenar siquiera un suspiro.
Tus vientos son los que me llevan, hinchan mis velas y me conducen a ti. No hay distancia que lo impida ni olas gigantes que no pueda atravesar, tal es mi determinación.
Queramos o no, formamos parte del paisaje. Nada nos es ajeno, reflejo somos de lo que nuestros ojos ven.
Hay que intentar levantarse cada mañana con el espíritu de disfrutar del último día de tu vida, porque la vida, a pesar de todo, es un regalo y hay que vivirla plenamente.
Verdaderamente, si amasemos a los demás como a nosotros mismos, no caeríamos tan frecuentemente en desplantes, ofensas y malas contestaciones; nuestra vida social sería otra bien diferente y el mundo respiraría mejor, con aires más puros. Es cuestión de actitud, de vernos reflejados en los otros y ofrecerles todo aquello que poseemos para que nada nos sobre. Amén.
No es fácil escribir cuando hay tanto que decir. Se agolpan las palabras y se tapona la mente. Sientes lo que quieres decir, pero no sabes por dónde empezar, porque no hay principio ni fin. Hay un cajón enorme de letras sueltas, un rompecabezas que debes ordenar. Eliges una al azar y entonces van saliendo una detrás de otra fluyendo sin parar. Escribes y no sabes lo que escribes, te dejas llevar. Vas hilando frases y tejiendo un texto intentando ser coherente aun sabiendo que no lo vas a ser. Al final quedan cuatro letras, las más sencillas y las que resumen todo: RMOA. Y ahora viene el punto final.
Un día más la noche se apaga y se enciende el sol. En la cama quedan los sueños, todavía recientes, mientras te pones en pie. Ducha caliente y olor a café. Noticias de última hora, lo mismo que ayer. La puerta se abre, la calle amanece, reinicias la marcha otra vez. Rutina diaria, la vida avanza sin querer. Pero hoy será diferente, porque hubo un antes y desconocemos el después. Ojalá y todo vaya bien.